martes, 24 de abril de 2007

Mal, muy mal, que malos vientos: Adiós, Caracas.

" Y si el despotismo levanta la voz, seguid el ejemplo que Caracas dió"
Extracto del himno nacional de La República Bolivariana de Venezuela.

El valle donde caminan las caraqueñas, la capital de las gasolineras como centro de reunión social, la ciudad más rosa del norte venezolano, la casa de equipo y medio de fútbol profesional, sede importantísima del partido de tercer y cuarto lugar de la Copa América 2007, Sol y sombra de artistas, alrededores de la Central, las afueras del tolón, el poco de edificios que se ven desde La Bombilla, la esquina de los mil vampiros, el estacionamiento más grande de Latinoamérica de 5 a7 pm, el pueblo llamado "lo único que no es culebra" en Venezuela, y, sobre todo, la profunda decepción de muchas personas, que por más que quieran, jamás podrán contra el yugo eterno de los malintencionados, o, peor aún, de los previos afectados que ya no creen en el bonito ambiente de la ciudad de los techos rojos.

¿Adiós, linda Caracas?, o ¿Bienvenida, Caracas, hasta que la previsora de las 4 y 50? Hay que estar muy pendiente de esto: No hay espacio para nadie más, menos para los que no saben como funciona todo esto. Esta ciudad es el amor platónico de muchas personas, pero no pasa de ser, no muy en el fondo de este nido de ratas, un hueco del que es muy difícil salir ileso, del que es practicamente imposible que no te marque alguna arrechera diaria, donde no agarres una cola anormal semanalmente y que es, para muchas personas, deseo de emigración.

Si en un espacio limitado, el estado provee una seguridad policial para que todos vivamos tranquilos de los ladrones malosmalucos que atentan contra nuestra convivencia, dígame usted, ¿quién carajo nos protege de la policía? Seguramente los mejores pagados cada 16 y 31, porque, en nuestra capitalmotivodeorgullo, los "pacos", "tombos", "plaga azul", o como se le quiera llamar, no cumplen otra función que la de exprimir, en el gran sentido de la palabra, todo lo que detengan a su criterio. Y si hay uno que se salve del matraqueo descarado, sería, muy a lo barato, la excepción que confirme la putita regla. ¿Qué más se podía esperar de la metrópolis atravesada, de punta a punta, por un río de mierda?

A la muy nombrada "selva de concreto", la mueve, casi diariamente, un culto a la cerveza, a la lotería y a los "culos", en verdad, nadie se salva de haber pecado de encontrar en estas tres cosas motivo de inspiración para hacer algo, pero de lo que sí estoy seguro, es que la idiosincrasia de nuestro hueco rodeado de un cerro con un teleférico, se caracteriza por incluir las tres en su esquema de decisiones. Y si nos adentramos un poco más, como siempre podemos hacerlo, encontramos que "es el baile del fin de semana lo que nos levanta cada mañana", como dirían por ahí. En fin, que no hay otra cosa que de verdad valga la pena, en esta puta ciudad, que las horas acumuladas de rumba que sepas aprovechar de jueves a domingo, o desde antes, si el cuerpo, el dinero o el "culo" de turno, te lo permiten.

Pararemos de contar las infinidades de incoherencias que hemos visto a lo largo de nuestras vidas, cuando pensemos que es suficiente. No nos iremos, por ejemplo, sin recordar un fenómeno único en el mundo, del cual mucha gente se siente bien orgullosa, y del que podemos sacar algunas analogías pertinentes. Hablamos de la "guerra de minitecas". Si una miniteca es algo rarísimo, imagínense, entonces, una batalla campal de minitecas, donde, en medio de publicidad repetitiva y slogans denigrantes, cada una de estas rumbas portátiles, se regodea de la música que pone y de como te hace sentir mientras la escuchas. No es casualidad que esto pase, muy a menudo, en todos los ámbitos de la crackas que, muy elocuentemente, describe "Secuestro Express". Es imposible ir a una estación de servicio, sin escuchar, al menos, tres canciones de reggeaton a decibeles de record Guines.

Pues, sí. Así estamos y, se puede ver, que estaremos. El que no corra en piques, que se cuide de piqueros, mientras no tengas una Hummer, no te acerques a una y si no quieres estar en nada, entonces no vayas al C.S.I.

Mal, muy mal, que malos vientos para el ejemplo a seguir según el himno nacional.

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