lunes, 2 de noviembre de 2009

Enunciación # 6

De esos días la Yegua quedó aislada. Porque no le gustaba mucho la cosa que se movía por debajo de la mesa, decía, que aún parándosele el segundero, ella sabía que no era para allá. Que eso es muy jodido. Y negra ella más negra que nadie, mujer. De esos días, es más, nacieron dos niños dándole candela al mocho. Como quien no quiere la cosa, tú, le dicen ahora a la Yegua que se va. Porque cinco carreteros miopes siempre se enamoran de la más, de la que les deja en una esquina de la memoria un mantelito y tres velas. Se reunieron todos abajo, saliendo como quien va para Caballo, y la jalaron para que dejara, por lo menos, una clave en La Corredera. Y se fue la Yegua, coma. Cómo no se va a ir, pues. Todos viéndola. Pasando de perfil frente a los que la cargaron antes. Mira que otrora voltea y mira cuando se me pone de gallina la piel.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Enunciación # 5

Foto: Nicolàs Manzano.

Cuando lo mandaron a despegar su primer cartel, lo que más le molestó de su humillación extremadamente pública, no fue tener que soportar con sonrojo la dolorosa tarea de quitar una idea ilegal, fue que el guardia de turno, con pocos argumentos para defender sus acciones, abogara por su extranjería como razón de peso para sus vandalismos. Desde ese día, con la disciplina del desconfiado, con fobias y secciones, jamas volvió a separar a la persona de la función que realiza y lo que esto genera. Porque Julio entendía que era necesario cambiar algo, y que si a profundidad no sabía muy bien qué, sabía que a él le había tocado, de primera mano, el más complicado de los presagios.


Promulgó un principio básico de clasificación y determinó qué le generaba qué. Depurando, cual proceso, a quien no es apto. Manteniendo su repulsiva distancia con quien fomentara una sospecha de identidad, algo que no estuviera completamente definido como institución o mito. Que no quería que la especulación de los ornamentos se confundiera con las capacidades apreciativas de sus conductas. Ya no le interesaba, ni siquiera, obtener algún tipo de retribución por sus buenas acciones, como una desmotivación sistemática consecuencia de la reclusión más represiva, y se fastidió. Tanto adorno para él mismo aburre, dijo. por aquí ya no importa mucho, casi como ejercicio se mantuvo en vilo de algún enemigo, pero las cosas se ponen sencillas cuando se justifican con un desorden, con que no se siente bien y quiere descansar, dice. A veces ya ni escribía. La dialéctica, contaba ahora, sólo había servido para separar, que lo de Barranquilla era tonto. Y se fueron yendo todos, quedaron los que les dignificaba el trabajo, a los que leer los hará libres, gritaban. Pero no fue todo tan sórdido, había a quienes les convenía estar ahí por generación. Eran los que apostaban a la historia encandilados por los pulsos estéticos del racionalismo máximo. Las confusiones típicas de los inquietos, decía. Y se fue. Dejando el nombre para las justificaciones más insólitas desde su extranjería hasta su solución. Vamos, que ya no había que quitar más pancartas. Se dice menos y se hace más desde adentro, dijo. Para integrarse más, ensayó su falta y mantuvo un trato cordial con los enemigos, para mantenerlos cerca. El más justo y democrático de todos los derechos: La Libertad de Asociación.
Ya por aquí no pasa mucho.


Anaxágora, 2009.

lunes, 10 de agosto de 2009

Enunciación # 4

No me voy a quedar dando largas explicaciones sobre cómo fue o exactamente dónde. Esas cosas hacen que los lectores se vayan y no nos interesa que eso pase. Estaba lloviendo - acotación clave para que se haya dado la situación - llovía a cántaros, y como no habíamos planteado bien un punto de encuentro, decidí esperar en una librería que queda justo a la salida del metro, que, aunque estaba claramente marcada por una ideología, servía para no mojarme y quemar un poco el tiempo que me daba la lluvia. Estaba revisando una antología pesada de poesía brasileña cuando entró un hombre alto y flaco de unos treinta y tantos años. Quisiera decir que no le presté mucha atención al momento, pero el aburrimiento de la palabra tropical me hizo distraerme más rápido con el maletín de incoherentes proporciones que llevaba este tipo flaco. Apenas entró lo dejó en el suelo y siguió caminando sin él. Yo, bueno, seguí viendo libros con escudos y banderas mientras de reojo vigilaba el recorrido del tipo. Agarró un libro de Saramago y revisó la última página, abanicó el libro y lo volvió a dejar ahí, en el mismo lugar donde estaba, miró a los lados y creo que me vio viéndolo, yo volví la mirada y seguí agarrando un libro y soltando otro, como para disimular, pero la verdad es que ya estaba atento solamente a lo que pasaba con ese maletín abandonado en el medio de la librería. "Argentina, Límite del Sur", abanicazo, última página y de nuevo a su sitio. Este tipo está de joda, pensé yo, seguro se metió aquí porque las computadoras de Metronet están todas ocupadas y no tiene más nada que hacer, pero justo cuando ya empezaba a voltear menos seguido para ver las acciones del amigo flaco, abrió dos libros, uno con cada mano y ahí sí que sospeché más. Se desesperó un poco y creo que empezó a sudar, se llevo las manos a la cintura, subió la mirada al último estante y volteó para ver dónde estaba la encargada de la tienda. Hizo un gesto que rompió con todo el ritmo de la tienda dando un brinco para poder alcanzar un ejemplar de "Apuntes Autistas". Lo bajo después de dos brincos. Cuando lo tuvo en las manos lo abrió violentamente en la última página y cuando se disponía a abanicarlo, la encargada se le acercó y le preguntó algo, no pude escuchar bien qué decía, pero supuse por la cara del tipo flaco que era una interrogante incómoda. Accidentalmente me acerqué al señor para el momento en que empezaba a abanicar el libro de Fuguet. La lluvia ya había empezado a calmarse y la encargada se había sumergido en una computadora pequeña sobre su escritorio, yo juro haber visto el suspiro más grande que alguien puede dar. Abanicando el libro, cayó un sobre al suelo. Un sobre de carta con un nombre escrito a bolígrafo. El señor flaco, olvidado del maletín por completo, dudó unos segundos antes de agarrar la carta. Sonrió y se sentó a ver el sobre. Miré a los lados para ver si alguien más se había dado cuenta, pero ya sólo estábamos el señor y yo en el lugar. Abrió la carta con calma, como si encontrarla hubiese sido el fin y ahí terminaran las ansias, la leyó con tanta pasividad que llegué a pensar que el papel estaba en blanco. Al terminar, viendo a un punto fijo de la librería, tomó un bolígrafo y la revisó. Con una convicción imprevista, hizo unos tachones y escribió otras cosas. En ese momento volteó a revisar dónde había dejado el maletín, lo agarró, se dio vuelta y metió el sobre dentro. Suspiró una vez más antes de irse. Ya había escampado por completo.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Enunciación # 3

No hicieron más que hablar. No sé porqué uno llevaba un cuchillo.

lunes, 27 de julio de 2009

Enunciación # 2

No, bueno, no digo que no le gustara la foto, pero sí como que tenía algo raro. No sé. Algo como de maña con eso. Mira, a lo que me refería con " excentricidades" es que el pana le dedicó toda la noche a hablar sólo de dos temas, cada uno más extenso que el otro. Era como molesto. Y lo peor es que hay gente que le sigue la corriente; borrachos y eso, gente que ya no diferencia los entretenimientos. Pero el carajo, increíble. La vaina comenzó porque pusieron una canción de Zapato 3. Ya ni me acuerdo cuál era. Creo que era Uñas Asesinas, la que es original de La Seguridad, como todo carajo normal sabe. Bueno, no bastaron dos compases de la canción para que el marico dijera: "Qué bolas esa canción ¿no?". Y ahí ya todo el mundo sabe cómo es la vaina. Que si Yatu, Cangrejo y la cocaína de mis bolas. Como diez horas hablando del impotente rock venezolano/rock hecho en Venezuela (como si alguien supiera la diferencia). Uno, bueno, tú sabes, de lo más cordial, bebiendo, tratando de cazar un hueco en el discurso para cambiar el tema. Como pa' que se callara. Nada. Lo más arrecho de todo, sin que me quede ninguna duda, es la narrativa del carajo. Impresionante. "Es durísima", decía el bicho. Y cuento tras cuento de cada figurín de la movida, como lo llamaba él. Con el tonito, claro. "Y me complace...". Su madre, vale ¿Pero a quién carajo le importa hoy en día porqué mierda se separó La Muy Bestia Pop? En serio ¿a quién? Con una media sonrisa de marico. Todo le daba risa, aparte. Cualquier vaina que le dijeran era una risita. Es que me acuerdo y me da arrechera. No porque no se haya callado en horas, balbuceando teorías mal armadas sobre la importancia que había tenido el rock venezolano de finales de los ochenta en la desintegración sistemática de la plataforma política venezolana. "Políticos Paralíticos, Miraflores, Paul Guillman pegando gritos por otro lado... Adiós cuarta república, brother". Lo peor de todo vino después, cuando Claudio Soler cambió la música, tratando de que no sonara algo parecido al rock en español. La tensión como que se fue yendo, pues. La gente empezó a conversar en grupo. A dialogar. Bailó gente, cantaron feliz cumpleaños y vaina, todo tranquilo. Comiéndonos la torta fue lo que te digo. Primero porque el bicho se comió como cuatro pedazos de torta y quesillo, y segundo porque el carajo se sentó solo frente a una foto que había puesto Andreína en una de las columnas, tipo para decorar el salón de fiestas y tal. Una foto equis, una vaina en blanco y negro de estas predeterminadas de Windows. Solo, ahí, como si nadie lo estuviera viendo. Qué cosa más rara que a la gente le gusten este tipo de mariqueras. Ahí mismo se le sentaron dos al lado, y que a conversar sobre la foto. Nojoda, más vale que no. "La Fotografía es más filosofía que arte plástico", decía. Cada vez tenía más gente alrededor el carajo, y se reía, aunque parecía que en cualquier momento iba a llorar. No quedó más que escucharlo. Me serví otro trago y confieso que me distraje con una historia que contó sobre un fotógrafo documentalista. Capa, creo, uno que murió por una mina antipersona. Antes de morir, dijo, entregó su cámara a un soldado para que salvara las fotos. Ya eran como las tres de la mañana cuando gritó: "¡Playa!", y se rió muy raro. Yo me fui sin saber qué hicieron.

martes, 12 de mayo de 2009

Enunciación # 1

Crónica: Obra literaria que narra hechos históricos en orden cronológico. La palabra crónica viene del latín chronica, que a su vez se deriva del griego kronika biblios, es decir, libros que siguen el orden del tiempo. En una crónica los hechos se narran según el orden temporal en que ocurrieron, a menudo por testigos presenciales o contemporáneos, ya sea en primera o en tercera persona.

domingo, 12 de abril de 2009

Turiyica, Reina de Purique y Carayaca.


La cena fue más temprano y más concurrida de lo normal, había una cara que me llamó la atención. Cuando entré ya estaban todos comiendo, era una situación propicia, por la tilde familiar del momento, para rescatar el polvo de los baúles que se recoje y se vuelve a echar. Vino, pero el blanco, prudencia hasta donde nos daba y un plato de comida libanesa que te hacía repetir una y otra vez. La cara que me seguía llamando la atención era un rostro largo y pálido, con dos ojos pequeños y constantemente brillantes, aguados. La nariz que le seguía el baile a la forma de la cara y el pelo peinado de adjetivo, completaban una figura insospechada, alguien al que uno jamás podría adjudicarle semejante don como el de la palabra. La maravillosa virtud de convertir las situaciones rituales de una vida en su semblanza, en un episodio cargado de su idiosincracia, de sus furias, de sus memorias.

Turiyica se autodenominaba un ser puro, decía que de su mezcla provenía una raza entera, nueva, pura. Un ser Arabeiberoafroaborigen. Por eso encantaba y se hacía dueña del nucleo conductor del conocimiento. Se permitía, sin quitarle peso a la falta, corregir y amoldar a sus tamaños, el inocente saco de la Historia. Decía que tenía mil años. La única mujer sin mapa.

Nombraron a alguien que no conocía, pero por la mirada inmediata como reacción a su nombre, supe que se recordaba con luto. Lo nombró un primo de mi anfitriona que, mas allá de haberlo conocido ahí, me causaba cierta intriga su presencia. Tenía algún temor explícito por profundizar en el cuento, algo que de reojo veía como un peligro inminente bajo el contexto del relato. Lo dijo casi susurrando, con tono de culpa y sabiendo que de fallar no había vuelta atrás, pero lo dijo, y lo dijo en Verso, lo pronunció irremediable, lo invocó. El señor había presionado un gatillo. Turiyica lo escucha todo. Ella ha vivido mil años.

Comenzó a columpiar la mesedora justo cuando volteó, sabía que se había escapado, de alguna membrana de imprudencia, la palabra más grave de su vocabulario; la Muerte. Me llamó la atención como aparecían las manos a la luz pública por primera vez, las subío al mismo tiempo para pedir la palabra y a su vez prender un cigarro. Todos se alertaron, Turiyica le llamaba la atención a la opinión. Sentí un suspiro, de esos últimos. Me tomaron más fuerte de la mano y el señor se recostaba de la silla para prevenir el golpe. Turiyica conocía mejor la Historia, a su gusto y oleaje.

jueves, 9 de abril de 2009

Nicolás Manzano: Del Arte Como Cualquier Cosa.

A pesar de permanecer en piloto automático y herméticamente sellado a cierto tipo de comentarios, cuando estos se hacen repetidos parece que de alguna manera me adentran en un tema poco agradable de mencionar.

Bien podríamos estar hablando de un enfrentamiento entre la justificación del arte como cualquier cosa, y un sector que quiere tener el control sobre la cultura teniendo un listado parámetros para pertenecer a su élite.Lo curioso es que en ambos casos hay gente en busca de diferenciación.

La constante búsqueda de la verdadera voz artística puede llevar mucho tiempo, en el cual es clave tener la mente clara para ser analíticos con el trabajo propio y su evolución, y no en una constante defenza ante cualquier crítica. Es preferible seguir intentando y ocupar el tiempo en ello a que la misma necesidad de agrado te lleve a tratar de encajar en un perfil social del artista donde tengas que asistir a sitios que no frecuentas y amoldar tus intenciones iniciales ante una numerosa cantidad de gente que llama ¨Intenso¨ a lo que desconoce o a lo que sencillamente sale de su mundo de diversión de fin de semana, que es peligrosamente disfrazado por un orgulloso sentido de pertenencia en esta generación marcada por la constante necesidad de atención del individuo:los selectors (dj..s),Los numerosos perfiles personales en internet y las ¨autopics¨.

jueves, 8 de enero de 2009

Odessa.



Aunque nunca estuve en Odessa

recuerdo la ciudad y su vida.

Esperar llegar a ella es inútil

porque nunca ha existido

y tan sólo sombras son sus muros

proyectados al mediodía.

Vacía es ella.

Nosotros la recordamos.




Gelindo Casasola.