jueves, 3 de enero de 2008

A veces es mejor no contarlo.


En el mejor momento de la busqueda se presentan dos dudas: La primera es la típica y ya repetida pregunta autocrítica de si se debe seguir o no, y la segunda, la más jodida de todas, es la de si se está buscando por donde se debería buscar. Y sí, éste es el mejor momento de la busqueda, por el simple hecho de que sin esto, y soy bien franco con esto, no se tiene busqueda alguna.

Es como la promesa de la eterna visita, cuando mejor te la pasas de incógnito, dejas de serlo. Mientras tanto, en un proceso inmediato de resignación, se piensa uno que no hay más porqué hacerse el de bajo perfil, el anónimo y dejar de buscar y ser encontrado. Apuesto quince a que esto pasó y es mejor, a veces, no contarlo.

Podríamos poner el ejemplo de las traducciones absolutamente incoherentes al español de las películas angloparlantes en españa, pero tendríamos, en este caso, que dar un preámbulo tan grande que perdería el sentido, así que simplemente lo dejamos como referencia. No existe, amiga mía, un método. No existe, piña, un espacio mejor.

Mira, y aquí es cuando se vuelve personal, es mejor que las cosas por compartir se hagan con la mejor intención, con esa media sonrisa de cuando la comida que cocinaste te sabe bien y, para que pocos se enteren, dices en voz baja que no esperabas el resultado. Así como para que, sin comprometerte, mejores cada día la técnica, porque la técnica sí que existe y siempre. Nada se salva de tener su estrategia, su manejo y obra, su modus.

Así que esas cosas, malintencionadas y demás, son producto del interés, de las ganas y del buen momento cerebral que crean los recuerdos. Esos recuerdos que, a veces y sólo a veces, es mejor no contarlos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuidado, Jorge, cuidado.

Anónimo dijo...

ya esta... desde aqui, dos gruas.